"Dicen que los jóvenes marchan para buscarse la vida, pero no piensan en que quizás algunos ya la habían encontrado."
Hace unos meses leí esta reflexión en algún lugar escondido dentro de internet y, aunque no puedo recordar la dirección a la que pertenece, tengo bien grabada la cita en mi memoria. Reconozco que mientras navegaba por la web pensaba en algo que cada vez tengo más claro: dejar atrás tu tierra natal es la mejor y la peor decisión que puedes tomar a lo largo de tu vida.
Partamos de que, desde que naces, no dejas de encontrarte a gente nueva a diario. ¿Y todo para qué? Esto es vital, sí; irás forjando tu personalidad a puro de cruzarte con más y más personas al aprender de todas ellas, pero al fin y al cabo, contarás con los dedos de una mano a las que quieres tener a tu lado en tu último día en casa, e incluso puede que solo necesites el índice.
Aprenderás un nuevo idioma o, en su defecto, se te pegará el acento, conocerás a amigos increíbles y poco a poco los viajes de vuelta irán disminuyendo, llegarás hasta el punto de decir que estás mejor allí a donde hayas ido a parar. Pero os voy a contar un secreto: esto último es mayoritariamente mentira.
Probablemente, si sigues fuera es porque estás bien. Sin embargo, seguirás muriéndote por volver. Te harás el fuerte cuando pongas el pie en tierra la tarde de los viernes contando lo genial que te va, mientras la lágrima del domingo nocturno es únicamente para ti. Y es que echar de menos es la mayor putada del mundo.
Porque solo alguien que lo haya vivido de cerca sabe lo que se siente al dejar ir lo que más quieres en el mundo. Aunque estés estudiando lo que te gusta, tengas un trabajo irrechazable o acudas a las mejores fiestas de los alrededores, sabes que la palabra afortunado pertenece a aquellos que pueden abrir los ojos y ver a esa persona tan especial más allá de lo que ofrece una foto de perfil.
A veces hay que elegir, renunciar a unos sueños y emprender otros nuevos. Cada uno con sus motivaciones y con sus lastres, pero hay veces en las que hacerse el fuerte es la única opción que te queda para luchar por un objetivo nuevo, aunque corras el riesgo de perderte por culpa de tu brújula sin aguja.
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